jueves, 18 de septiembre de 2008

Los robots también se enamoran.

Primero fueron unos juguetes que cobraban vida, después unos insectos emulando a los Siete Samurais, les siguieron unos Monstruos de armario, que asustaban a los niños…, y así hasta ocho películas de lo más originales.

Lo último en llegar a nuestros cines de los genios de Pixar, es una historia de amor entre dos robots.

En un futuro no muy lejano, la humanidad acaba con los recursos naturales de la Tierra, y termina por abandonarla para vivir en el espacio. A cambio, los humanos dejan un batallón de robots de limpieza, a la espera de que la Tierra vuelva a ser habitable algún día.

Pasados 700 años, sólo queda Wall-E. Un robot, que después de tanto tiempo, ha desarrollado sentimientos como cualquier ser humano. Siente curiosidad, miedo, soledad y amor.

Su rutina diaria cambiará cuando llegue Eva, una robot programada para buscar indicios de vida en nuestro planeta.

El director Andrew Stanton – Bichos, Buscando a Nemo -, nos imagina una tierra que se ha convertido en un paraje repleto de montañas de desechos del tamaño de rascacielos. Desechos entre los que, al cabo de siglos, un robot es capaz de “alimentarse” y empaparse de la cultura del ser humano, hasta el punto de desarrollar sentimientos, como amor, miedo o curiosidad.

En contraposición a esto, los hombres viven en naves espaciales, donde todo está tan automatizado, que se puede vivir sin levantarse de un sillón.

Pixar vuelve a dar un paso más adelante en el cine de animación, dándo a este género la relevancia que se merece, apostando por un guión muy adulto, y una puesta en escena que dejará a mas de uno boquiabierto.