domingo, 5 de octubre de 2008

Los Chicos Malos de Madison Avenue.


En este blog de cine, caben sin duda las series de televisión, que en muchos casos parecen ser más cine que el que se proyecta en muchas salas.
Empezando por el guión, y pasando por su calidad de producción, tienen el añadido de recuperar o dar la oportunidad a actores olvidados o ignorados por el cine y el público en general.

Mad Men es la serie que me ha tenido pillado recientemente. Una serie que relata las vidas de unos publicistas neoyorquinos, de los años 60. En aquellos tiempos, las mejores agencias de publicidad se ubicaban en la Avenida Madison de Nueva York, donde los propios publicistas se autodenominaban así: mad men.

Traduciendo al castellano el apodo, estos "hombres malos", lo eran no sólo por los efectos de sus campañas de publicidad -embaucaban a los consumidores con sus trucos- sino más bien -según sugiere la serie- por su mal comportamiento. Pero cómo no ser un mal chico, en una sociedad de lo más clasista, racista y machista.

Hay en Mad Men, una ambientación que evoca al universo de la genial película de Billy Wilder, El Apartamento. La diferencia es que aquí, el protagonista, es un brillante ejecutivo-creativo, que además de mujeriego, es un fumador y un bebedor empedernido. Aunque en el fondo, acabamos por sentir la misma compasión que sentimos por el personaje que bordó Jack Lemmon en la película de Wilder.

Para el que escribe estas líneas, ha sido un placer degustar la primera temporada de esta serie, como el que goza de saborear un buen whisky de malta.

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